La antigua capital maya de Chichén Itzá nos hechiza cada vez que la visitamos. Miles de personas congregan al pie de la Pirámide de Kukulcán en la Gran Plaza para dar la bienvenida a la primavera y el regreso de un dios antiguo.
También conocida como El Castillo, la pirámide de 25 metros de altura es un reloj solar, alineada para capturar los rayos del sol poniente en los días de los equinoccios de primavera y otoño (en 2017, el 20 de marzo y el 22 de septiembre). Triángulos de luz y sombra se forman a lo largo de los escalones al norte y aparece la figura de una serpiente, fusionándose con la cabeza de serpiente de piedra al pie del edificio y crea la ilusión de una serpiente gigantesca que se desliza desde el cielo hasta la tierra hacia el Cenote sagrado. Miles de personas se reúnen para presenciar la aparición de esta figura misteriosa, testimonio de la destreza de los antiguos astrónomos y arquitectos.
La serpiente simboliza a Kukulcán (también conocido como Quetzalcóatl en el centro de México), el dios de la serpiente emplumada, que regresa a la tierra para dar esperanza a sus seguidores y anuncia la siembra de primavera y la cosecha de otoño para los mayas.

Una pirámide dentro de una pirámide

La pirámide de Kukulcán se construyó entre los años 550 y 800 d.C., y se le hicieron modificaciones entre 800 y 1000 d.C. La majestuosa pirámide que vemos hoy en día se construyó durante el periodo Itzae cuando la ciudad alcanzo su clímax entre el año 1050 y 1300 d.C. Los Itzae tenían vínculos con culturas en el centro de México y esto se reflejó en su arte que representa serpientes, águilas, guerreros y calaveras.
Cuando los arqueólogos exploraron la pirámide por primera vez, excavaron toneladas de piedra y tierra para descubrir un segundo templo con una estatua de chac mool, la figura reclinada enigmática con las manos ahuecadas para recibir el corazón de una víctima sacrificial, que vigila la entrada y un magnífico trono en forma de un jaguar rojo con manchas y ojos de jade en el santuario interior. La figura felina sagrada fue descubierta con una ofrenda de coral, cuchillos de pedernal de sacrificio y un disco de mosaico turquesa.
Los estudios realizados en los últimos dos años han revelado más secretos ocultos en el interior de la pirámide. Mediante la más nueva tecnología de tomografías de resistividad eléctrica tridimensional, los arqueólogos han descubierto que una cueva que contiene un cenote está debajo de la estructura y que hay un templo mucho más antiguo y pequeño que data de 550 a 800 d.C. Construido antes de que los habitantes mayas tuvieran contacto con otras civilizaciones mesoamericanas, tiene un estilo arquitectónico maya puro. Este hallazgo significa que en realidad hay tres templos en el sitio construidos uno alrededor de otro en diferentes momentos de la historia de la ciudad.
La única fuente de agua dulce en la península de Yucatán, los cenotes, fueron la puerta de entrada al mundo terrenal, el hogar de los dioses y eran lugares sagrados. Es posible que la pirámide más antigua se ubicó junto al cenote para las ceremonias religiosas y después los gobernantes agregaron sus propios monumentos en la cima como una manera de canalizar el poder sagrado.
A poca distancia de la Gran Plaza se encuentra otro edificio asociado con la astronomía maya, la torre redonda conocida como El Caracol o el Observatorio. Cuenta con un mirador y pozos, que utilizaron los antiguos astrónomos para reflejar la luz de las estrellas, y se alineó para ver atardeceres y puestas de la luna en los dos equinoccios y para marcar el curso de Venus.
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Este año, el equinoccio de primavera cae el 20 de marzo, pero se observa tradicionalmente el 21 de marzo ya que coincide con un día festivo nacional oficial. La serpiente de luz y sombre se puede ver el día antes y después del equinoccio, si las nubes lo permiten.
Chichén Itzá no es el único centro ceremonial maya en la península de Yucatán con templos con alineaciones solares, lunares o planetarios. La puerta del Templo de las Siete Muñecas en Dzibilchaltún (21 kilómetros al norte de Mérida) hace un marco perfecto para el sol naciente el día del Equinoccio.