Mientras el sol se oculta en el oeste y las sombras se alargan en la antigua ciudad Maya de Chichen Itzá, una exhalación colectiva de asombro se levanta de los miles de asistentes reunidos al pie de la pirámide de Kukulcán durante el equinoccio de primavera en marzo. Son testigos de un evento increíble, la misteriosa sombra de una serpiente ondulando sobre las piedras, es el símbolo de una antigua deidad regresando a la tierra.

También conocido como El Castillo, la pirámide de Kukulcán es una proeza de la ingeniería ancestral y un reloj solar, alineado para captar los rayos del sol en el atardecer durante los días de los equinoccios de primavera y otoño, en marzo y septiembre. Triángulos de luz y sombra aparecen a lo largo de la escalinata norte tomando la forma de una serpiente, la cual se une a la cabeza de piedra en la base del edificio. La ilusión es la de una gigantesca serpiente deslizándose hacia abajo desde los cielos y a través del suelo hacia el Cenote Sagrado.

La serpiente simboliza a Kukulcán (también llamado Quetzalcóatl en el centro de México), el dios de la serpiente emplumada, que retorna a la tierra para dar esperanza a sus seguidores Mayas y proclamar las temporadas de siembra en primavera y cosecha en el otoño.

Su concierge puede ayudarle a organizar un día de paseo a Chichén Itzá, considerado por la UNESCO como Sitio de Patrimonio de la Humanidad, para presenciar el equinoccio o durante cualquier otro momento del año. El equinoccio de primavera oficialmente ocurre el 20 de marzo en 2019. La serpiente de luz y sombra es visible el día antes y después del equinoccio, si las nubes lo permiten.

Chchén Itzá no es el único centro ceremonial Maya en Yucatán que posee templos con alineaciones solares, lunares o planetarias. La puerta del Templo de las Siete Muñecas, en Dzibilchaltún (21 kilómetros al norte de Mérida), es el marco perfecto para el sol ascendente en el día del equinoccio.